Ana F. Cadena
Industrias Culturales
Universidad de Monterrey
Museum, Inc.:
Inside the Global Art World
Werner, Paul.(2005).Museum Inc,:Inside the Global Art World. Chicago:Prickly
Paradigm Press.
Who is Tom Krens?
“The CEO of Culture, Inc.”
De acuerdo con nuestro autor, Paul Werner, Tom Krens fue el director del Guggenheim Museum durante los años noventa.
Werner describe su desempeño como el de un hombre que ideó una nueva forma de concebir el museo sin pensar en arte.
Se empeñó tanto en su idea que para principios del siglo XXI habían sucursales del Guggenheim por todo el mundo (Nueva York, Bilbao, Venecia y Berlín).
Krens era el hombre que hacia para el Mundo del Arte lo que los nuevos corporativos a la economía global.
Museo Guggenheim
El Guggenheim comienza a comportarse como un corporativo y, citando a Werner, los corporativos se creen los Faros de la Humanidad.
El edificio de Frank Lloyd Wright y después el de Gehry jugarían un papel crucial en el desempeño del nuevo modelo museístico i`mpuesto por Krens.
El sistema museísticoEl Genio del Capitalismo y Vice-versa
Las obras de arte circulan como el dinero, sin embargo, el arte se comporta como el dinero porque el dinero se comporta como el arte.
De acuerdo con el autor, lo importante viene siendo lo que piensas del arte y del dinero y de ambos combinados.
Se puede hablar de la colección del Museo como su capital (capital que el Guggenheim cuidaba antes de Krens, incluyendo los Picassos, Kandinskys y las pinturas surrealistas de Peggy que Krens fue reemplazando por piezas mas arriesgadas).
Los préstamos vendrían siendo los “shows” que aseguran que entre más capital circule, más capital se va acumulando.
Los cambios también resultaron en la adquisición y hasta donación de obra ya que la operación suscitaba un incremento en valor y reconocimiento, en muchos casos más de lo que se lograría o merecería si no fuera así.
“Public Trust” – La mayor preocupación del museo de arte americano.
“trust in Art and trust in Capital”
El rol del Museo de Arte Americano es convertir la obra de arte en un objeto de autoridad.
A pesar de todo, el arte es un negocio poco apetecible, a pesar de las fortunas que se han logrado a través de la compra y venta de obras. La verdad es que no es un negocio predecible, su valor está en papel, los precios fluctúan constantemente y no hay intereses.
Se comenzó a respaldar la idea de que el arte y el capital eran uno mismo y circulaban de manera igual. Eventualmente, algunos museos se percataron de que el único beneficiario era el corporativo e intentaron desprenderse de él. Krens nunca llegó a esta conclusión.
El modelo moderno del museo de arte nace de la revolución francesa y el saqueo de palacios y monasterios por sus obras de arte, objetos de gran valor para cualquier crítico o especulador.
De este modo, el Estado no solo tenía monopolio sobre la guerra y la paz, sino también monopolio sobre el arte.
1er paso del engaño
Para lograr dicha hazaña, el desetiquetar el objeto de la connotación de realeza y elitismo era necesario, distanciando el arte de su contexto social. El arte de manipular significados y vender ideas se fue desarrollando.
La Revolución Francesa introdujo las exposiciones organizadas a través de periodo histórico. Cada sociedad tenía su propio arte pero el significado de arte no le pertenecía a nadie. Sin embargo, resultó que en la práctica el arte le pertenecía a los que manejaban el museo.
De acuerdo con el autor, lo importante viene siendo lo que piensas del arte y del dinero y de ambos combinados.
Se puede hablar de la colección del Museo como su capital (capital que el Guggenheim cuidaba antes de Krens, incluyendo los Picassos, Kandinskys y las pinturas surrealistas de Peggy que Krens fue reemplazando por piezas mas arriesgadas).
Los préstamos vendrían siendo los “shows” que aseguran que entre más capital circule, más capital se va acumulando.
Los cambios también resultaron en la adquisición y hasta donación de obra ya que la operación suscitaba un incremento en valor y reconocimiento, en muchos casos más de lo que se lograría o merecería si no fuera así.
“Public Trust” – La mayor preocupación del museo de arte americano.
“trust in Art and trust in Capital”
El rol del Museo de Arte Americano es convertir la obra de arte en un objeto de autoridad.
A pesar de todo, el arte es un negocio poco apetecible, a pesar de las fortunas que se han logrado a través de la compra y venta de obras. La verdad es que no es un negocio predecible, su valor está en papel, los precios fluctúan constantemente y no hay intereses.
Se comenzó a respaldar la idea de que el arte y el capital eran uno mismo y circulaban de manera igual. Eventualmente, algunos museos se percataron de que el único beneficiario era el corporativo e intentaron desprenderse de él. Krens nunca llegó a esta conclusión.
El modelo moderno del museo de arte nace de la revolución francesa y el saqueo de palacios y monasterios por sus obras de arte, objetos de gran valor para cualquier crítico o especulador.
De este modo, el Estado no solo tenía monopolio sobre la guerra y la paz, sino también monopolio sobre el arte.
1er paso del engaño
Para lograr dicha hazaña, el desetiquetar el objeto de la connotación de realeza y elitismo era necesario, distanciando el arte de su contexto social. El arte de manipular significados y vender ideas se fue desarrollando.
La Revolución Francesa introdujo las exposiciones organizadas a través de periodo histórico. Cada sociedad tenía su propio arte pero el significado de arte no le pertenecía a nadie. Sin embargo, resultó que en la práctica el arte le pertenecía a los que manejaban el museo.
2do paso del engaño
Los fundadores de la nueva orden tenían que persuadirse a ellos mismos de que el valor actual de las obras de arte trascendían el lucro de la misma manera que su significado había trascendido su valor utilitario en el pasado. La verdad es que el arte no tiene un valor utilitario y está completamente a su propio servicio.
3er paso del engaño
El Estado se vuelve el destino final de todas las contradicciones sin resolver del mercado del arte, así como es destino final de las contradicciones de la sociedad moderna.
Los fundadores del museo y el Estado parecían estar respaldando un mismo sistema. Cuando la nación Francesa se iba a la guerra, no quedaba claro si el robo de obras de arte extranjeras era un resultado secundario desafortunado o su verdadero propósito.
4rta etapa del engaño
El museo de la nación de capitalismo desenfrenado le da la espalda al Museo, acusándolo de superfluo. La institución museística se manejaría a sí misma por sí misma. Esto implicaba que el museo sería libre de impuestos y autosuficiente económicamente.
Legalmente, el museo tiene el derecho de que, si sus accionistas (trustee) quisieran vender los Seurats de la colección y mudarse a Bermudas podrían. Los principios morales aconsejan evitar tal comportamiento. Autoridad moral del museo: “Public Trust”. Parecería más bien que si cosas así no sucedieran sería porque no existe conflicto alguno entre el interés propio y el interés en el arte.
Si una décima parte de los Picassos saliera al mercado en un día, habría un colapso. Si el noventa porciento de los Rembrandts se mantuviera fuera del mercado (y se mantienen fuera) entonces la demanda por el uno porciento se vuelve tremenda.
Los fundadores de la nueva orden tenían que persuadirse a ellos mismos de que el valor actual de las obras de arte trascendían el lucro de la misma manera que su significado había trascendido su valor utilitario en el pasado. La verdad es que el arte no tiene un valor utilitario y está completamente a su propio servicio.
3er paso del engaño
El Estado se vuelve el destino final de todas las contradicciones sin resolver del mercado del arte, así como es destino final de las contradicciones de la sociedad moderna.
Los fundadores del museo y el Estado parecían estar respaldando un mismo sistema. Cuando la nación Francesa se iba a la guerra, no quedaba claro si el robo de obras de arte extranjeras era un resultado secundario desafortunado o su verdadero propósito.
4rta etapa del engaño
El museo de la nación de capitalismo desenfrenado le da la espalda al Museo, acusándolo de superfluo. La institución museística se manejaría a sí misma por sí misma. Esto implicaba que el museo sería libre de impuestos y autosuficiente económicamente.
Legalmente, el museo tiene el derecho de que, si sus accionistas (trustee) quisieran vender los Seurats de la colección y mudarse a Bermudas podrían. Los principios morales aconsejan evitar tal comportamiento. Autoridad moral del museo: “Public Trust”. Parecería más bien que si cosas así no sucedieran sería porque no existe conflicto alguno entre el interés propio y el interés en el arte.
Si una décima parte de los Picassos saliera al mercado en un día, habría un colapso. Si el noventa porciento de los Rembrandts se mantuviera fuera del mercado (y se mantienen fuera) entonces la demanda por el uno porciento se vuelve tremenda.
Estrategias para consolidar la agenda museística
Los Ritos de la Autoridad
A finales del siglo XX, Krenz estaba cambiando lo que eran los ritos de autoridad. Afirmaba que borraría las barreras que separaban lo que era el museo y lo que el museo se decía ser. Borrando, además, la illusión de democracia y dejando solamente lo que realmente había: la realidad de la Autoridad. La ruptura entre el interés desinteresado y el interés interesado.
La Autoridad de: definir lo que se consume y lo que circula / disimular la distinción de clases detrás de un sistema de consumición.
“The culture of being bossed and the bossism of culture”
Guggenheim Museum = Clintonian Neo-Liberalism
Es curioso como Krenz y su pandilla sentía disgusto por la forzosa linealidad que imponía el edificio de Wright. El espectador, o mejor dicho, la audiencia tenía que recorrer cada pintura, una por una, de modo lineal hasta llegar a la cima. Aparentemente, dicho acomodo arquitectónico le parecía tiránico a Krenz, cosa que resultaba contradictoria.
Sin embargo, Wright había encontrado la solución para simultáneamente contemplar la suma del arte mientras examinas cada obra en sucesión.
Bajo la dirección de Krenz, dicho edificio sufriría amontonamientos de todo tipo de audiencias para ver su Armani show o The Art of Motorcycle.
Seguramente, la mejor y más conciente exposición que tuvo el Guggenheim bajo Krenz fue Cremaster Cycle de Mathew Barney. El resultado era una parodia y una exposición democrática que tenía que ser vista en persona. Inevitablemente, las esculturas que pertenecían a la instalación fueron vendidas por coleccionistas privados desde antes de su apertura. El nombre que leemos abajo en la publicidad del DVD es el mismo Kimmelman tanto mencionado en el texto de Werner.
El Guggenheim era simultáneamente elitista y populista. “To each his own” podría haber sido el lema que utilizaba el museo para esconder las distinciones de clase bajo la bandera de igualdad. Esta misma frase se colocó a la entrada del campo de concentración Buchenwald en Alemania. (La comparación con los Nazis se le hacía irresistible a Werner).
Si el Museo Guggenheim lograba pagar sus gastos con sus visitas, eso dañaba el objetivo final: la manufactura de exclusividad.
Special Mondays se reservaban para
las visitas exclusivas – la del público
que se podía permitir una entrada de
$50 USD.
El edificio de Gehry, sembrado en el país Basco para fomentar crecimiento económico, jugaba un papel ambiguo. Prometía alineamiento con la cultura internacional y un escape del provincialismo o quizá simplemente amenazaba la cultura local.
“The Guggenheim Brand”
La idea intangible que vendía el museo
venía acompañada por sus servicios y su
éxtasis arquitectónico.
Todo esto no para atraer visitas, sino para
atraer instituciones financieras o patronatos.
Werner se quejaba que si el único significado
que sacaba uno de ir al museo era la autoridad
del mercado libre capitalista – era mejor
Ir al centro comercial.
Toda la cultura “high” está basada en un modelo fallido – equivocándose en qué es una audiencia y porqué asiste. Las instituciones siempre regresando a lo mismo: no el atraer a las multitudes ni marginarlas sino mantenerlas en su lugar.
Lo que escribió Brecht sobre los Nazis aplica igualmente al aparato cultural de hoy: quieren convertir a la gente en una audiencia.
“Democracy” is okay to the extent that it divides people into spectators and participants.
El problema está en que no sólo porque todo mundo está contemplando la misma escultura o Harley no quiere decir que están viendo lo mismo y del mismo ángulo.
En el museo multitudes se juntan por intereses culturales, pero siempre está la lucha silenciosa del individuo por definir lo que es cultura.
“the unification accomplished is nothing but an official language of generalized fragmentation.” – Guy Debord
Río: The highest stage of Bilbao
Cuando el Guggenheim comenzó sus planes para abrir su sucursal en Río de Janeiro, encontraron que a mitad de planeaciones se les canceló el proyecto. Bilbao no se repitió y eso se debe a que Brazil es diferente, el Modernismo Internacional y la Eurocultura de clase alta no eran cosas nuevas para los descendientes de colonizados. Además, ya tenían su propio museo de arte contemporáneo hecho por su propio Wright, que era Oscar Niemayer.
Cuando se hizo una exposición en Nueva York celebrando el fallido intento de un Guggenheim en Río, se montaron las obras desde abajo, empezando por las primitivas hacia arriba hasta llegar a las maravillosas obras de hombre blanco. Fue algo vergonzosa la manera en que se construyó dicha jerarquía.
Todo esto era un síntoma de lo mal que andaba el sistema. Krens contrataba a gente capacitada en todo menos en arte, forzando al museo a invertir en sus estudios en museología para compensar. Lo que pensaba la juventud acerca de los museos era cosa de poca relevancia.
La conclusión viene siendo que los museos están en crisis. El valor utilitario del arte en el museo es su habilidad para atraer espectadores, algo que tiene menos éxito con el paso del tiempo.
Así como lo explicó Werner tan dramáticamente – el mensaje del museo continúa siendo: YOU WILL EAT SHIT, AND LIKE IT.
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