Fast Food Nation: La comida rápida nunca será igual
Eric Schlosser, autor renombrado de Fast Food Nation, logró informar al público general del lado oscuro (con lujo de detalles) de los monstruosos corporativos de la comida rápida estadounidense. Efectivamente, es un libro que no puedes dejar de leer, no sólo porque revela lo grotesco e inmoral de la masificación de las franquicias fast food sino porque nos concierne a todos, afectando nuestras comunidades, nuestra salud propia y la de nuestros hijos. No podemos olvidar la frase “you are what you eat”. Después de esta lectura vamos conociendo más sobre lo que ingerimos y lo que nos está convirtiendo – en todos los niveles.
Todo empezó con personajes como los hermanos McDonald, Carl N. Karcher, Walt Disney y Ray Kroc, entre otros. ¿Quién iba a decir que la idea ingeniosa de producir hamburguesas a través de un sistema como el de Henry Ford llegaría a revolucionar la industria por completo? ¿Que la visión de Walt Disney abriera paso a la depredación de los menores (incluyendo a niños y bebés) por parte de las grandes campañas publicitarias? ¿Que las teorías freudianas habrían permitido a los golden arches lucir como faros de promesa por donde quiera? ¿Qué el sistema de franquicias poblaría al país y al mundo de McDonald’s y Subways como una plaga a costa de los desfavorecidos y los marginados? La industria de la comida rápida no es una industria bonita y Ronald McDonald cada vez se vuelve más siniestro.
Hablando de la mercadotecnia dirigida a los pequeños, es sorprendente como los niños reconocen a Ronald McDonald, de acuerdo con el documental Super Size Me, ¡el payaso corporativo es más identificable que George Washington o Jesús! Al hacer la M de McDonald’s un símbolo y al convertir las hamburguesitas en regalitos envueltos, además de incluir un pequeño parque de atracciones al estilo Disney en cada sucursal, les es irresistible a los niños no idealizar el restaurante chatarra. Aún más alarmante es la inserción de franquicias de comida rápida dentro de las escuelas y universidades. El bombardeo de publicidad y las cuotas de consumición (como el ejemplo de Coca-Cola) ataban de manos a las instituciones académicas, abandonadas por un gobierno comprado. Queda claro, además de servir porquería y convenciendo hasta a los niños a amarla, la industria de la comida chatarra se ha metido en el bolsillo a los gobernantes, principalmente a los republicanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario