lunes, 16 de noviembre de 2009


ÉRASE UNA VEZ... Una exposición irreverente

Armando de la Garza


De acuerdo con los textos de la exposición de Armando de la Garza, ubicada en el segundo piso de la Nave Generadores, la muestra “desarrolla los temas principales que han guiado la producción del artista desde sus inicios.” ¿Se trata esto de una retrospectiva? Más bien se trata de un intento malo por llenar las salas de la planta superior de este edificio, incorporando trabajos sueltos sin importar lo más importante dentro de una exhibición: Un hilo discursivo. Armando de la Garza, nacido en Monterrey en 1973 es un artista joven – quizá una retrospectiva venga mucho más adelante pero, ahora, parece ser que el Centro de las Artes alberga toda su producción. Está claro que se exagera con esto, y sin embargo, es inexplicable porqué se decidió colocar retratos de su serie ID con sus objetos fetiche, con sus insectos sobre cajas Cartier, con sus animales disecados con sus paisajes miniatura, con sus cuernos de venado tan kitsch. Algunas cosas si se logran resumir con cierta coherencia pero son pocas – la mayor parte de los objetos expuestos gritan una cosa mientras las anteriores otras y las siguientes otras, creando un balbuceo sin sentido por toda la planta.
Ahora, tal y como dice el texto, podríamos decir que la obra de Armando se centra en la naturaleza muerta, representada hasta en instalaciones y arte objeto pero, ¿y qué de sus paisajes y sus retratos a espaldas y de pies? ¿Eso también vale la pena ligarlo al discurso? Ya es bastante abrumador como se encuentra todo en esos salones, la obscuridad del espacio y sus paredes rojas no invitan a observar los minúsculos paisajes. Más bien, da la sensación de que te adentras en un agujero para observar cada cosita presentada y llega un punto en que pasas tantos agujeros que solo la idea de agacharte a ver los demás te agota. Súmale a todo esto los textos, larguísimos e incómodos para cualquier exposición, y ya tienes una mala museología en general.
En fin, habrá quienes disfruten de aún más kitsch sarcástico y que crean encontrarle valor cultural a los retratos de San Petrinos en ID, pero eso ya se deja a la discreción de cada quién.

sábado, 14 de noviembre de 2009



Era un miércoles cuando nos fuimos los de la clase de Industrias Culturales de la UDEM a ver qué encontrábamos dentro de la Nave Generadores del Centro de las Artes en Fundidora. Acercándonos al edificio, creo que todos pudimos sentir la bienvenida de los grandes lienzos coloridos de Carol Brown Goldman – una artista que, debo confesar, desconocía. Lo primero que me llamó la atención al entrar, aparte de los ya mencionados lienzos, fue el texto del curador – nada más ni nada menos que Donald Kuspit. Su nombre reverbera, es un nombre conocido y respetado dentro del circuito artístico y, a pesar de que suene mal, es un nombre que legitimiza la obra, aún antes de que se haya tenido la oportunidad de verla de cerca. Una vez leído el breve texto de introducción ya tengo una idea general de lo que me espera: una pintura basada en la abstracción, inspirada por el cosmos, fuertemente influida por lo místico y lograda a través de juegos ópticos.
En verdad, eso es lo que encontré en casi todas las pinturas de Carol Brown Goldberg, incluyendo una luminosidad y profundidad de campo que rara vez nos topamos en las obras abstractas, en este caso por el uso de cristal pulverizado. Es mi opinión personal que Goldberg produce trabajos sumamente complicados y atractivos, su secreto siendo la veladura de puntos que le da a sus ventanas al universo y la luz que parece proyectarse desde lo lejos por los granos de cristal. La manera en que construye estas ventanas y, tal como lo dice el nombre de la exposición: Abstracción del Nuevo Milenio, me trae en mente una mirada digital, una visión muy contemporánea del espacio.
Ahora, he leído poco de Kuspit pero sé que dirigió cuatro conferencias sobre arte digital en el Círculo de Bellas Artes en el 2005 titulado Arte Digital Y Videoarte: Transgrediendo los Limites de la Representación. El título lo sugiere claramente, Kuspit es un teórico interesado en nuevas maneras de representación y, aunque Goldberg no cabe dentro del marco del arte digital, todas sus 30 pinturas abstractas expuestas en la Nave Generadores adquieren cierto aspecto digital. Otro punto de Kuspit que me llamó la atención, respecto a la obra de Carol, fue que, en una entrevista para Nortecastilla.es, dijera, "En el arte no sólo tiene que haber un trasfondo teórico, espiritual y profundo, sino que también ha de ser hermoso, como la obra de esta artista". El aspecto estético en la obra de la artista es inegable, a pesar de que tardé en asimilarla. Yo atribuyo esta asimilación tardía a dos puntos en particular:
1. El arte contemporáneo, o mejor dicho, la estética contemporánea, frecuentemente sensacionalista, nos ha desacostumbrado a ver obra abstracta, una corriente que asociamos quizá (o por lo menos es mi caso) con la Ruptura o con el Expresionismo Abstracto Estadounidense de épocas anteriores.
2. La estética de Goldberg es distinta, asociable quizá también al Op Art pero con un giro nuevo y cósmico. Existe un juego de luz y de fondos que pocas veces encontramos en lo abstracto que, tal y como plantea Kuspit, es una abstracción del nuevo milenio.

jueves, 12 de noviembre de 2009


El miércoles cuatro de noviembre me di la vuelta por MARCO para ver que se estaba exponiendo y me topé con la obra de Rodolfo Nieto (Oaxaca, Mejico, 1936 -1985). A Nieto se le asocia con los artistas de la Ruptura y, sin embargo, realmente nunca llegó a formar parte de dicha corriente. A pesar de esto, su obra si parece ser bastante representativa del movimiento por su enfoque a la abstracción que, a veces regresa a lo figurativo pero siempre impregnando las formas con el estilo de la época y su manera particular de representación. La exposición se presentaba como retrospectiva, cada sala del museo albergando una etapa plástica dentro de la trayectoria de dicho artista tan prolífico. Cabe mencionar que Nieto absorbió mucho del extranjero habiendo trabajado en el taller litográfico de Nourlot y en el de Michel Casse demás del de grabado de William Hayter. Fue, además, ganador de la Bienal de París en 1963 y de nuevo en 1968. Dentro de lo que producía Nieto se incluye la pintura al óleo, el grabado, la litografía, la serigrafía, la acuarela e incluso el collage. De acuerdo con el crítico de arte Alberto Blanco, Nieto recorrió Europa con el propósito de enfrentarse a los grandes del viejo mundo, así como Picasso. Inclusive, le tocó conocer el grupo CoBrA, conformado por artistas que también dejaron huella en el artista oaxaqueño.
Ahora, sin duda hay que admitir que Nieto fue un artista importante dentro de la escena artística mexicana. Sin embargo, hay que cuestionar qué reverberaciones tiene una exposición como la de Nieto ahora mismo en MARCO. Se siente, más bien, como un recorrido por la historia que como una muestra del arte contemporáneo de hoy. Parece más bien una operación de reforzamiento de los grandes representativos mexicanos del ayer y no una mirada hacia adelante. No quiero decir que MARCO no trae exposiciones contemporáneas que cumplan con el objetivo, no fue hace mucho que la exposición de Anthony Gormley impactaba al público regiomontano con sus esculturas invasivas y sus obras interactivas. Hace poco estuvo Betsabé Romero, una muestra que fue de gran sorpresa dado a que no suelen exhibirse artistas mexicanos, así de contemporáneos, tan seguido en ese espacio. Al contrario, a veces sucede que vienen exposiciones de artistas sesenteros, setenteros, hasta artistas que no caben dentro del marco contemporáneo como lo fue María Izquierdo, tampoco hace tanto expuesta en MARCO – el museo de arte contemporáneo de Monterrey.
En fin, parecería que las políticas culturales del museo fueran arbitrarias, pero quizá, en el fondo, son las que al museo le parece que van a atraer la mayor cantidad de espectadores. Supongo que nunca se falla con lo clásico y lo consolidado, o con lo entretenido como fue el caso de Pixar. No confundamos, han sido muchas de las exposiciones a las que me refiero excelentes exposiciones, bien montadas y presentadas. Pero no hay que olvidar que cuando se pretende exhibir arte, y arte contemporáneo, además – hay que tomar ciertos parámetros en cuenta. Tan siquiera se debe considerar qué es lo que se puede y debe ser promovido, sobre todo dentro de una ciudad tan grande como Monterrey, Forum Universal de las Culturas 2007.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La hidra de Elkins
(What Happened to Art Criticism?

James Elkins, autor de What Happened to Art Criticism? plantea varias interrogantes respect a la critica actual, tomando en cuenta las diferentes críticas que se producen y analizándolas una por una con sus autores más representativos. De acuerdo con Elkins, la crítica está sufriendo tanto una baja como una época dorada – la calidad de la crítica frecuentemente está por los suelos mientras su reproducción se está masificando. Cabe mencionar que no sorprende dicho fenómeno en una época en la que se valora más el entretenimiento que las indagaciones serias.
Para usar las palabras textuales del autor: “Art criticism is diaphanous: it´s like a veil, floating in the breeze of cultural conversations and never quite settling anywhere.” (Elkins, J. pg. 6). Si recordamos los críticos de ayer, particularmente los de mitades de siglo XX, reconocemos que no le temían al juicio, aportando opiniones fuertes e incisivas. Sin embargo, la gran mayoría de los críticos de hoy prefieren evitar el juicio, manteniéndose, por lo general, en el ámbito de la descripción. Es importante mencionar, como lo menciona el mismo autor, que la descripción inevitablemente proyecta juicios, sin embargo, no se plantea ninguna opinión formal a través de la descripción. “Local judgments are preferred to wider ones, and recently judgments themselves have even come to seem inappropriate. In their place critics proffer informal opinions or transitory thoughts, and they shy from strong commitments.” (Elkins, J. pg. 12). Para acabar de rematar, un setudio de Columbia University National Arts Journalism Program encontró que valorar o juzgar el arte era lo último que buscaban los críticos americanos. ¿Y eso dónde deja la crítica? ¿Acaso ha cambiado el sentido de la crítica por completo? ¿Le podrían seguir llamando crítica a textos tan evasivos? Elkins compara este fenómeno con como si los ingenieros físicos declararan que ya no intentarían comprender el universo, dedicándose mejor a apreciarlo. Y Elkins tiene razón. La crítica de arte es un oficio que se dedica a valorar, a producir juicios, a establecer opiniones sobre a dónde se dirige el arte.
Entonces, ¿qué es ,exactamente, la crítica de hoy? ¿En qué se ha convertido? Eso es justo lo que el autor continúa por aclarar. De acuerdo con Elkins, la crítica de arte hoy se entendería más fácilmente si se pensara como una hidra de siete cabezas, cada una representando una rama dentro de la crítica. Primero está la crítica de ensayo de catálogo, frecuentemente ignorada por el hecho de que es comisionada por galeristas. Se le puede acusar de servir al mercado y de evitar quedar mal con el artista. Suele estar inflada de descripciones elocuentes pero vacías. Después, viene la crítica de tratado académico. No necesariamente está afiliada a ninguna institución o escuela pero tiene un aire académico, erudito y empapado de referencias. Esta crítica se suele producir por profesores de otras profesiones, no siempre conocidos por los escritores que componen las facultades de arte. En cuanto a ésta práctica, “There are good reasons to doubt the straigh-ahead logic of some earlier critical practices, but there are also compelling reasons to be wary of tapestries woven of recondite allusions.” (Elkins, J. pg. 25). La tercer cabeza de la hidra es la crítica cultural, una profesión que suele desdeñar el arte “high”, dedicándose a hablar de cualquier práctica cultural sin jerarquizar o establecer preferencias. Bruno Latour le llama a esto “iconophilia” y sucede sólo dentro de pequeños circuitos, manifestándose en revistas alternativas. El arengue conservador le sigue, representando a los críticos solitarios, aferrados al pasado y enfocados en predicar asuntos morales. Dentro de éste género se habla de Kramer, el perfecto ejemplar de este discurso. El ensayo filosófico, la quinta cabeza tiene como máximos exponentes a Danto y a Crow. En este caso, se intenta exponer exactamente lo que el artista proyectó en la obra. Frecuentemente se utiliza el arte para comprobar teorías filosóficas, buscando arte que sirva de pequeños planteamientos filosóficos. La crpitica descriptiva, aparentemente la segunda cabeza más grande de la hidra, se dedica a ignorar el juicio. De acuerdo con el estudio de la Universidad de Colombia, los críticos de arte que circulan más tienen como objetivo proveer de descripciones precisas cuando hablan de arte. El AICA, en contraste, fomenta el interés por buscar una sólida metodología y ética para la crítica de arte. Seguramente esto no ha sucedido porque los críticos de arte no están interesados ni en la ética ni en la metodología. Dentro de esta rama parten otras siete, cada una teniendo que ver con la crítica descriptiva. Finalmente, la séptima cabeza de la hidra es la crítica poética, una rama que suele estar compuesta por poetas y autores dedicados a la cuidadosa y brillante prosa. Este género me hizo pensar en Octavio Paz quien por mucho tiempo reinó sobre la crítica en México, frecuentemente considerado el mejor crítico que hemos tenido. Sin embargo, se le da más hincapié a la prosa y al estilo en los textos de crítica poética que en el análisis lógico y directo de las obras de arte. De Hickey, uno de los autores de éste género, se le criticó por “having pretensions to the literary, is valorized for its tone and sensibility and its capacity to seduce.” (Elkins, J. pg.51) Hay que tomar en cuenta, a base de estos discursos, que la tendencia a ser seducido por lo bello o lo entretenido distrae del objetivo central de la crítica formal.
A grandes rasgos, ésta es la crítica de hoy, que a pesar de contar con pocos lectores, tampoco cumple con los objetivos. Por lo tanto, Elkins ilustra siete soluciones propuestas tanto por otros críticos como por él: 1. La crítica se deberá reformar y retornar a la era de formalismo apolítico riguroso. 2. Que la crítica recobre una voz más fuerte. 3. Conceptos sistemáticos y reglas. 4. Más teoría. 5. Que sea seria, compleja y rigurosa. 6. La crítica deberá convertirse en una reflección sobre juicios, no un desfile de juicios. 7. Por lo menos el crítico de arte deberá plantear una postura propia.